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martes, 31 de agosto de 2010

El desastre del vuelo AF 447 y la anomalía magnética del Atlántico Sur

La noche del primero de junio del 2009, un avión bimotor Airbus A330 de la compañía francesa Air France (vuelo AF 447), volaba con 228 personas a bordo, en el Atlántico Sur, en dirección nordeste. Había partido pocas horas antes de Río de Janeiro y su destino final era la ciudad de París.


El último mensaje recibido por el sistema de control del tráfico aéreo brasilero fue a la 1.33 AM (UTC), cuando el avión se acercó al límite de la zona aérea controlada por Brasil. Después de unos cuarenta minutos, las torres de control senegaleses recibieron una serie de mensajes automáticos que indicaban numerosas anomalías y malos funcionamientos, incluso importantes daños en la planta eléctrica. Estos extraños anuncios indican que, de las 2.10 a las 2.14 AM (UTC), a bordo hubo 5 averías y 19 anomalías.

Se cree que el avión cayó al mar pocos instantes después.

Por desgracia, no hubo sobrevivientes. A partir del 6 de julio se hallaron, a 1090 km al nordeste del archipiélago Fernando de Noronha, algunos cuerpos y restos del avión. Las búsquedas finalizaron el 27 de junio. En total, se recuperaron 51 cuerpos y varias partes del avión.

Hasta hoy no se ha encontrado la caja negra, pero en mayo de 2010 se dijo que debería hallarse en un área de 5 millas cuadradas a la redonda, en el fondo del Océano, a unos 3000 metros de profundidad.

Entre las posibles causas del accidente, estarían una serie de daños en el sistema eléctrico y en el sistema de control de la velocidad (tubos de Pitot). Durante el vuelo de un aeromóvil, la velocidad es un factor importantísimo, pues permite al aparato sostenerse en vuelo (sustentación). Por motivos desconocidos pendientes por comprobar, los tubos de Pitot habrían podido indicar una velocidad inferior o superior de la efectiva, y esto habría causado respectivamente la entrada en pérdida o la desintegración del avión.

¿Qué pudo haber causado esta serie de extrañas anomalías?

Algunas imágenes satelitales muestran que, en efecto, el Airbus A330 atravesó, en los últimos 100 kilómetros de su vuelo, una zona de cielo donde se producía una fuerte tempestad que pudo haber causado una fortísima turbulencia y el congelamiento de algunas partes del avión, incluidos los tubos de Pitot.

Lo extraño es que los pilotos conocen bien este tipo de tormentas, pues generalmente viajan alrededor de ellas. ¿Es posible que pilotos expertos, al mando de un aeromóvil en perfecto estado, hayan decidido meterse dentro de una tempestad tan peligrosa?

Por ahora no es posible dilucidar claramente cuáles fueron las causas de esta calamidad, pero es interesante analizar una de las hipótesis más extrañas que explicaría la tragedia.

Según algunos investigadores independientes, las causas del desastre deben buscarse en la llamada “anomalía magnética del Atlántico Sur”, una zona del Océano donde la parte inferior de los cinturones de Van Allen (conjunto de partículas cargadas o “plasma” en forma de anillo de superficie toroidal que rodea la Tierra), está muy cercana a la superficie del mar. En esta área, la intensidad de las radiaciones de los cinturones de Van Allen respecto a otras zonas de la superficie terrestre es mucho más elevada.

Los cinturones de Van Allen, que según varios científicos son causados por el choque del viento solar con el campo magnético terrestre, constituyen un serio peligro para los satélites artificiales, puesto que pueden dañar paneles fotovoltaicos, circuitos integrados y sensores. De hecho, el físico Robert Forward propuso un proyecto para reducir el influjo radioactivo de los cinturones de Van Allen, pero hasta ahora no se ha llevado a cabo.

En la Estación Espacial Internacional, que pasa a través de la anomalía periódicamente, se tuvieron que conseguir blindajes electromagnéticos suplementarios para protegerse de las radiaciones.

El hecho de que el campo magnético terrestre esté inclinado 11 grados respecto al eje de rotación del planeta hace que la parte más interna de los cinturones de Van Allen esté más cerca y más lejos de la superficie de la Tierra, respectivamente en el Atlántico Sur y en el Océano Pacífico Norte.

La anomalía magnética del Atlántico Sur, que fue descubierta a partir del fin de los años 50 del siglo pasado, no tiene dimensiones constantes, sino que parece expandirse hacia el nordeste. Se extiende aproximadamente del ecuador hasta la latitud de -50 grados sur y de la longitud de 90 grados oeste hasta 40 grados este.

¿La intensidad de la radiación de los cinturones de Van Allen justo en aquel lugar donde se encuentra la anomalía pudo haber causado la serie de malos funcionamientos ocurridos en la noche del primero de junio de 2009 en el avión de Air France?

¿La fuerte radiación pudo haber causado una intensa desorientación de los pilotos del vuelo AF 447, de manera parecida a lo ocurrido el 5 de diciembre de 1945 a los pilotos de la escuadrilla 19, que desaparecieron en el cielo de las Bahamas por una presunta anomalía magnética de orígenes desconocidos?

Según algunos investigadores, la expansión de la anomalía magnética del Atlántico Sur podría ser un factor secundario de una próxima inversión magnética del planeta.

En efecto, se comprobó que el campo magnético terrestre está disminuyendo por causas ignotas, y eso podría ser un indicio de una próxima inversión magnética. Hay evidencias que indican que en los últimos dos mil años el campo magnético disminuyó más del 50%, y también en el último siglo la disminución no parece haberse detenido.

De hecho, sabemos que el campo magnético terrestre no permanece constante en el tiempo, sino que sufre variaciones de intensidad y dirección.

Algunas evidencias geológicas probaron que en el pasado hubo varias inversiones magnéticas. La última, hace 780.000 años, se denominó inversión de Brunhes-Matuyama (aunque algunos investigadores sostienen que la catástrofe conocida como “diluvio universal”, que causó el fin de la glaciación, acaecida en el 9500 a.C., fue provocada por una inversión magnética o, alternativamente, por un cambio del eje geográfico terrestre luego de la caída de un meteorito).

La inversión magnética podría anular totalmente por un período de aproximadamente un siglo el cambio magnético terrestre. ¿Cuáles repercusiones tendría eso para la vida en la Tierra?

Una menor o nula protección contra el viento solar podría conllevar una fuerte reducción de la capa de ozono y una mayor penetración de las radiaciones ultravioletas.

Mientras que para algunos científicos los daños para el ecosistema y para el hombre se limitarían a un alarmante aumento de tumores, enfermedades de la piel y un incremento de la infertilidad de todos los seres vivientes, para otros investigadores los problemas para la Tierra serían mucho más graves.

En efecto, hay una corriente de pensamiento que sostiene que las inversiones magnéticas deben relacionarse con el inicio (o el fin, como en el caso del diluvio) de períodos de glaciaciones.

Aunque la ciencia oficial reconoce las causas de las glaciaciones en las variaciones del ciclo de Milankovitch, en la alteración de la composición de la atmósfera terrestre (a su vez influenciada por la actividad volcánica y meteorítica) y en la actividad del Sol, algunos investigadores sostienen que las glaciaciones pueden ser consecuencias de inversiones magnéticas.

El estudio de las inversiones magnéticas comparado con el estudio cronológico de varias glaciaciones que se sucedieron en los últimos millones de años sugiere, de hecho, que hay una relación entre ambos eventos.

Si ulteriores estudios confirmaran que el campo magnético terrestre se está debilitando rápidamente, se podría afirmar que habrá una inminente inversión magnética.

Por ahora no podemos afirmar con certeza si la inversión magnética causará la próxima glaciación, en todo caso se desea que ulteriores estudios clarifiquen las consecuencias de tal evento.

En cuanto al desastre del vuelo AF 447, si se puede comprobar que la anomalía magnética del Atlántico Sur influyó en las causas del accidente, sería oportuno pensar en proporcionar a los aviones que pasan a través de ella una adecuada protección suplementaria a las dotaciones de bordo, con el fin de evitar ulteriores desgracias.



YURI LEVERATTO

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