En el Norte de Sudamérica, donde la selva amazónica deja poco margen al establecimiento de límites políticos fiables, grupos de indígenas luchan por conservar las costumbres y tadiciones que les han permitido adaptarse a la jungla durante cientos de años.
Es el caso de los huaoaranis, habitantes del bosque húmedo donde abundan los jaguares, los pumas y los tapires junto a una enorme variedad de roedores, aves e insectos. Esta tribu, de la que sólo quedan 1.500 miembros desperdigados en diversas aldeas, vive constantemente amenazada por la invasión de la industria y el hechizo de la modernidad. Junto a ellos saldremos de caza, armados de cervatanas o bodoqueras, cuyas finísimas flechas impregnadas de curare son capaces de asfixiar a sus presas en pocos segundos.
Mientras, en la aldea, las mujeres atienden los quehaceres domésticos, fabrican cuerdas y preparan los tintes de sus pinturas corporales. Conoceremos sus técnicas de pesca en los afluentes del Amazonas y sus cultivos de yuca y otras plantas medicinales.
Pero este modo de vida armónico con la naturaleza se encuentra cada vez más en peligro desde que en 1967 se realizase la primera perforación petrolífica. Contaremos con el testimonio de misioneros y científicos comprometidos con el destino de los huaoranis, así como el de miembros de la propia tribu, gentes que abandonaron a los suyos siguiendo los cantos de sirena de la vida moderna, a la que nunca lograron adaptarse. Hoy viven atrapados entre dos mundos, añorando el paraíso que dejaron atrás.
Para evitar la explotación de esta parte del Yasuní, el presidente,Rafael Correa anunció el compromiso del país para mantener indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo en el campo ITT.El Gobierno ecuatoriano demandaba por esta renuncia una compensación económica de la mitad de los ingresos que se obtendrían por la venta del petróleo,para dedicarlos a programas que fomenten el decrecimiento,la soberanía,el cambio de modelo energético,la conservación...
Los pueblos no quieren sobrevivir en un país devastado por la contaminación minera y petrolera.Marchan por la defensa del agua, de los territorios, de la soberanía de los pueblos, del bien común y desde el respeto a la naturaleza.
Luchan para preservar lugares amenazados por proyectos extractivos: Cordillera del Cóndor, el Parque Nacional Yasuní, la zona de Intag, Molleturo, Limón, Santa Isabel, Esmeraldas o el Kimsacocha y muchos otros.
Es el caso de los huaoaranis, habitantes del bosque húmedo donde abundan los jaguares, los pumas y los tapires junto a una enorme variedad de roedores, aves e insectos. Esta tribu, de la que sólo quedan 1.500 miembros desperdigados en diversas aldeas, vive constantemente amenazada por la invasión de la industria y el hechizo de la modernidad. Junto a ellos saldremos de caza, armados de cervatanas o bodoqueras, cuyas finísimas flechas impregnadas de curare son capaces de asfixiar a sus presas en pocos segundos.
Mientras, en la aldea, las mujeres atienden los quehaceres domésticos, fabrican cuerdas y preparan los tintes de sus pinturas corporales. Conoceremos sus técnicas de pesca en los afluentes del Amazonas y sus cultivos de yuca y otras plantas medicinales.
Pero este modo de vida armónico con la naturaleza se encuentra cada vez más en peligro desde que en 1967 se realizase la primera perforación petrolífica. Contaremos con el testimonio de misioneros y científicos comprometidos con el destino de los huaoranis, así como el de miembros de la propia tribu, gentes que abandonaron a los suyos siguiendo los cantos de sirena de la vida moderna, a la que nunca lograron adaptarse. Hoy viven atrapados entre dos mundos, añorando el paraíso que dejaron atrás.
Para evitar la explotación de esta parte del Yasuní, el presidente,Rafael Correa anunció el compromiso del país para mantener indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo en el campo ITT.El Gobierno ecuatoriano demandaba por esta renuncia una compensación económica de la mitad de los ingresos que se obtendrían por la venta del petróleo,para dedicarlos a programas que fomenten el decrecimiento,la soberanía,el cambio de modelo energético,la conservación...
Los pueblos no quieren sobrevivir en un país devastado por la contaminación minera y petrolera.Marchan por la defensa del agua, de los territorios, de la soberanía de los pueblos, del bien común y desde el respeto a la naturaleza.
Luchan para preservar lugares amenazados por proyectos extractivos: Cordillera del Cóndor, el Parque Nacional Yasuní, la zona de Intag, Molleturo, Limón, Santa Isabel, Esmeraldas o el Kimsacocha y muchos otros.