Los 'chalecos amarillos' se han hecho famosos en todo el mundo como
símbolo de rebeldía y de insumisión contra el poder. Este movimiento no
reconoce líderes, ni ideologías, ni cuenta con el apoyo de ningún
partido o sindicato. No está atado a la política tradicional, pero está
intentando cambiar la democracia francesa para siempre. Todo se inició
en noviembre del 2018 con una sencilla petición, a la que han seguido
decenas de manifestaciones que no tienen visos de terminar.