Financiados por la CIA, médicos y científicos acosaron a negros, a
indigentes y a desvalidos. Los encerraban en prisiones, en hospitales,
en barracones e incluso, en orfanatos. Y, contra su voluntad, con el
pretexto de estudiar el cerebro humano, convertiría a decenas de
millares de personas en auténticas ratas de laboratorio.