Costa-Gavras fue, junto con Pontecorvo, uno de los cineastas de la Europa Occidental empeñados en recordarle al mundo durante los años sesenta y setenta que el cine tenía no ya conciencia social, sino –lo que es mucho más comprometido, en todos los sentidos- también política. “Estado de sitio”, en torno a las acciones del movimiento Tupamaro en Uruguay, es un buen ejemplo de este “cine de denuncia”, en las antípodas del efectismo y la sensiblería tan habituales hoy en obras que se arrogan ese título: narración ágil con ribetes de película de suspense, desdramatización de la acción por medio de abruptas elipsis y un tono cercano al documental, y estilo seco pero contundente. Montand está tan creíble que acabamos perdonándole al director que todos en la película, uruguayos y estadounidenses, hablen sólo en francés. Impecable, eso sí. Très intéressant.
(Daniel Andreas: FILMAFFINITY)
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