La teoría de la deriva continental fue propuesta originalmente por
Alfred Wegener en 1912, quien la formula basándose, entre otras cosas,
en la manera en que parecen encajar las formas de los continentes a cada
lado del Océano Atlántico, como África y Sudamérica (de lo que ya se
habían percatado anteriormente Benjamin Franklin y otros). También tuvo
en cuenta el parecido de la fauna fósil de los continentes
septentrionales y ciertas formaciones geológicas. Más en general,
Wegener conjeturó que el conjunto de los continentes actuales estuvieron
unidos en el pasado remoto de la Tierra, formando un supercontinente,
denominado Pangea, que significa "toda la tierra". Este planteamiento
fue inicialmente descartado por la mayoría de sus colegas, ya que su
teoría carecía de un mecanismo para explicar la deriva de los
continentes. En su tesis original, propuso que los continentes se
desplazaban sobre otra capa más densa de la Tierra que conformaba los
fondos oceánicos y se prolongaba bajo ellos de la misma forma en que uno
desplaza una alfombra sobre el piso de una habitación. Sin embargo, la
enorme fuerza de fricción implicada, motivó el rechazo de la explicación
de Wegener, y la puesta en suspenso, como hipótesis interesante pero no
probada, de la idea del desplazamiento continental. En síntesis, la
deriva continental es el desplazamiento lento y continuo de las masas
continentales.