Documental de de Samir Abdallah y Khéridine Mabrouk ,Samir habla del olor a muerte a su ingreso a Gaza pero también de la capacidad de reír, de bromear sobre su propia tragedia, de los palestinos.
De su capacidad para la poesía en medio de la horripilante destrucción.
El documental muestra los campos arrasados por los bulldozers de Tzahal
(el ejército israeli ), los árboles frutales arrancados, las granjas destruidas con las vacas muertas, los animales sobrevivientes malheridos, aterrorizados.
Pero también presenta los testimonios de mujeres, hombres, niños que perdieron a esposos y esposas, a sus hijos, hermanos o padres. Que se quedaron sin nada, con solo la ropa puesta.
Los dibujos de los niños exponen el terror, las bombas cayendo sobre sus mamás, hermanos, padres. Pero sobre todo, el documental deja ver a un pueblo con ganas de vivir, indignado ante la barbarie sin nombre de un ejército que parece que ha perdido todo sentido humano.
Masacres de niños, de mujeres, asesinatos a mansalva a quemarropa.
Crímenes de guerra, por los que Israel debe pagar, afirma Samir: La intención es llevar al Estado de Israel ante el Tribunal Penal Internacional para que pague por la barbarie