Franklin Delano Roosevelt fue un hombre en apariencia tranquilo y
confiado que supo sacar a su país de dos grandes desastres: La Gran
Crisis y la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo tras su apariencia, y siendo el Jefe de Estado de un país en el cual el Presidente es el Jefe de las Fuerzas Armadas, así como de todos los servicios de seguridad de la nación, siempre desconfió de la mayoría de gente que le rodeaba, dejándose aconsejar sólamente por un reducido grupo de personas.
¿Desconfiado? ¿Neurótico? ¿O tal vez consciente de la creciente importancia e independencia de los Servicios Secretos de su país?
Ver on-line: http://www.documaniatv.com/historia/la-guerra-secreta-de-roosevelt-video_97b441c97.html
http://thelandoflies.blogspot.com.es/2010/01/lo-que-hay-detras-del-ataque-de-pearl.html
Sin embargo tras su apariencia, y siendo el Jefe de Estado de un país en el cual el Presidente es el Jefe de las Fuerzas Armadas, así como de todos los servicios de seguridad de la nación, siempre desconfió de la mayoría de gente que le rodeaba, dejándose aconsejar sólamente por un reducido grupo de personas.
¿Desconfiado? ¿Neurótico? ¿O tal vez consciente de la creciente importancia e independencia de los Servicios Secretos de su país?
Ver on-line: http://www.documaniatv.com/historia/la-guerra-secreta-de-roosevelt-video_97b441c97.html
1941- EL ATAQUE A PEARL HARBOUR Y SU TRAMA SECRETA
La decision del Japon de atacar ha estado precedida de indisimulables
esfuerzos de parte del gobierno de los EE.UU. para provocarlo y
consentirlo y poder asi involucrarse activamente en la guerra contra las
potencias del eje quebrando la mayoritaria posicion de neutralidad de
los estadounidenses. Las razones de este proceder forman parte aun de la
trama secreta no revelada del conflicto en la cual tambien esta
involucrada Gran Bretaña.
El ataque aeronaval japonés del 7 de diciembre de 1941 que llevó a los EE.UU. a la guerra
" El 7 de noviembre, el Gabinete de (Franklin Delano) Roosevelt discutió
la posibilidad de si los Estados Unidos estaban en condiciones de
hacerle la guerra al Japón. El presidente preguntó el parecer de la
opinión pública, y (Cordell) Hull contestó que los ciudadanos tenían
poca comprensión por los asuntos exteriores. El Congreso sólo se
decidiría por una declaración de guerra después de muchos meses de
discusión. Roosevelt se encontraba, al igual que cuando su intervención
en el Este, ante las barreras constitucionales. No podía tomar la
ofensiva, era necesario que el adversario las empezara. Por otro lado,
todas las posibilidades de intervenir en los acontecimientos mundiales
sin hacer entrar en combate las fuerzas armadas americanas, habían sido
agotadas. No existía ningún medio de presión. La política exterior
estadounidense había quedado detenida.
Fue en estas condiciones que la nota de Hull recibió los últimos
retoques. Contenía sólo dos o tres puntos aceptables para los japoneses.
La mayor parte de las proposiciones americanas tendían a un completo
subyugamiento del Imperio insular. El Japón debía abandonar Wang
Tsching-wei, abandonar, sin condiciones, China y las colonias francesas,
y no recibía ninguna seguridad por lo que hace referencia al Manchukuo,
tenía que quitar todo valor, por medio de declaraciones concretas, a su
participación en el Pacto tripartito jr concluir un pacto de No
Agresión que le excluía prácticamente del continente asiático. Durante
un Consejo de ministros celebrado el 22 de noviembre en el que
participaron Roosevelt, Hull, (Henry L.) Stimson, (Frank) Knox, (George
C.) Marshall y Stark, se habló de las medidas de defensa a adoptar
contra un ataque japones que entonces parecía inminente «El problema que
se plantea es cómo inducir al Japón a dar el primer paso», comentó
Stimson al final de la reunión. Al día Siguiente, Marshall y Stark
dieron la voz de alarma a los puestos avanzados en el Pacífico. Al mismo
tiempo Hull recibía a los diplomáticos nipones para entregarles su
nota. A continuación declaró a Stimson: «He abandonado por completo las
negociaciones... ahora todo el asunto se encuentra en manos de usted y
las de Knox.»
Esta nota de Hull despertó la indignación de los japoneses. Kurusu
declaró que «equivalía al final. Nomura llamó inmediatamente la atención
del secretario de Estado americano sobre sus graves consecuencias. Togo
habló «de un chantaje y de una provocación». Togo, que se consideraba
personalmente humillado, veía «fracasar miserablemente» varios meses de
esfuerzos. Sin embargo, antes de decidir entre la paz y la guerra, el
emperador Hiro Hito quería consultar antes al «Consejo de antiguos jefes
de Estado» organismo que, desde hacía mucho tiempo, no había tenido
ocasión' de dar su opinión. Después del informe presentado por Tojo,
solamente tres de estos antiguos presidentes del Consejo de ministros
estimaron que no veían razón para recurrir a las armas. El 30 de
noviembre y el 1 de diciembre el Gabinete, la Conferencia de
coordinación y el Consejo de la Corona decidieron declarar la guerra a
los Estados Unidos enviando un informe detallado del Ministerio de
Asuntos Exteriores.
Mientras Togo redactaba este documento se enteró, con gran sorpresa por
su parte, que el mariscal Gen Sugiyama, jefe del Estado Mayor general y
el gran almirante Osima Nagano, estudiaban la posibilidad de realizar un
ataque por sorpresa, análogo al que había tenido lugar en 1904 contra
Port-Arthur. Recomendaban no entregar a los embajadores inglés y
estadounidense en Tokio la nota que contenía la declaración, hasta pocos
minutos antes de lanzar este ataque. Pero Togo se negó haciendo
referencia a los precedentes europeos de los dos últimos años y obtuvo
la seguridad de que el informe sería entregado personalmente a Cordel
Hull por Nomura y Kurusu, el 7 de diciembre de 1941, a las 13 horas
(hora local de la capital americana). El texto fue telegrafiado por
fragmentos, la víspera, a los dos diplomáticos. Roosevelt y Hull
tuvieron conocimiento de los documentos antes que Nomura y Kurusu.
Efectivamente, los americanos estaban en posesión de la clave empleada
por el Ministerio nipón de Asuntos Exteriores. Desde hacía varios meses
sus rápidas máquinas de descifraje les proporcionaban las directrices y
las informaciones más secretas intercambiadas entre las diversas
oficinas japonesas. El presidente y sus colaboradores más íntimos
sabían, por lo tanto, lo que se preparaba al otro lado del Pacífico,
conocían incluso la palabra clave que desencadenaría el ataque: una
indicación metereológica emitida por la Agencia de Prensa JAP: «Viento
del Este. ¡Lluvia!».
El 7 de diciembre cuando el presidente Franklin Roosevelt declaró por
radio que el Japón había atacado, sin declarar previamente la guerra,
decía la verdad ya que como consecuencia de una organización defectuosa,
Nomura entregó la nota con 55 minutos de retraso sobre la hora
prevista. Pero el Gobierno americano no fue sorprendido, dado que
Roosevelt ya tenía en su poder el texto de la nota japonesa veinticuatro
horas antes y declaró, en presencia de un testigo ocular, a (Harry
Lloyd) Hopkins: «Esto es la guerra».
Los jefes del Servicio de Información contaban igualmente con un ataque
desde el 26 de noviembre. Ese día, en efecto, los seis grandes
portaviones japoneses habían desaparecido. A continuación Washington
interceptó el mensaje: «Viento del Este» y observó que la Marina nipona
cambiaba súbitamente de clave. Dado que no sucedió nada hasta el 5 ó 6
de diciembre, no resultó difícil deducir que los portaviones se dirigían
hacia las Islas Hawai en donde casi la totalidad de la Flota americana
del Pacífico se encontraba concentrada en Pearl Harbour. La situación
respondía claramente a los posibilidades discutidas por los
especialistas. Era evidente que los japoneses pretendían aplicar el
mismo principio que el 9 de febrero de 1904, contando con utilizar el
factor sorpresa para obtener un éxito decisivo desde el primer día de la
guerra.
Cuando el oficial de información expuso estas perspectivas al almirante
Harold H. Stark, jefe del Estado Mayor general de la Marina, fueron
rebatidas violentamente. El fin de semana fue muy tranquilo en
Washington. No se celebró ninguna conferencia. Roosevelt se acostó
después de haber leído 13 de los 14 artículos del telegrama enviado por
Tokio y comprobó que se trataba de una declaración de guerra. Stark se
fue a escuchar una opereta. El día siguiente, domingo, el almirante
llamó al jefe del Estado Mayor general del Ejército (Marshall), pero
éste daba un largo paseo a caballo por los bosques de Fort Meyers en la
orilla meridional del Potomax. Más tarde, entre los tres medios de
comunicación que poseía, el general eligió el más complicado. Su aviso
llegó a Pearl Harbour inmediatamente antes del principio del ataque
japonés no dejando ya ningún plazo de tiempo para reaccionar al
comandante local, almirante Husband E. Kimmel.
El ataque aeronaval japonés
La Flota nipona comprendía el portaviones «Akagi»,, «Kaga», «Shokaku»,
«Zuikaku», «Hiryu» y «Soryu», tres cruceros pesados, nueve destructores y
tres submarinos. El 26 de noviembre, se había concentrado en la bahía
de Hitokappu (Japón septentrional) y había recibido casi inmediatamente
la orden de entrar en acción: «Nikata kayama nobore...» (Subir al monte
Nikata). El 2 de diciembre una orden del Gran cuartel imperial prevenía á
su jefe, el almirante Chuichi-Nagumo, de dar media vuelta si eran
descubiertos por los navios o aviones americanos durante los tres días
precedentes al ataque, de operar según su mejor opinión, si eran
avistados dos días antes, y, luego, atacar con todas sus fuerzas sin
tener en cuenta las propias posiciones. Los submarinos debían apoyar la
acción en aguas de Oahu.
La Flota tuvo que luchar fuertemente contra el monzón del noroeste que
soplaba a 17 metros por segundo. No volvió a encontrar buen tiempo hasta
el 7 de diciembre por la mañana (u 8 de diciembre, hora de Tokio), a
230 millas al noreste de Hawai. Nagumo mandó enarbolar en el «Akogi» la
insignia que enarbolaba el almirante Togo en la batalla de Tshushima y a
continuación disparó su flecha: 200 aviones cargados de bombas y de
torpedos, el capitán de navio Mitsuo Fuchida mandaba la primera ola. Los
bombarderos se acercaron a Oahu volando por encima de las nubes y
utilizando, para dirigirse, las emisiones de la estación de Honolulú. Al
mismo tiempo el primero de los submarinos entraba en la rada de Pearl
Harbour. El destructor «Ward» hundió un segundo submarino. Pero ni el
mensaje de este barco, ni la advertencia dada por dos soldados que
observaban en 'el radar la llegada de los aviones japoneses arrancaron a
Pearl Harbour de la somnolencia de aquella mañana dominical.
El ataque fue excepcionalmente eficaz. Cuando los aviones de Fuchida se
encontraron de nuevo sobre el puente de sus portaviones, 2.326
americanos habían hallado la muerte entre el estruendo de las
explosiones. De los ocho acorazados americanos, tres fueron averiados:
«Arizona», «Oklahoma», y el «California»; dos fueron hundidos r el «West
Virginia» y el «Nevada» y tres sufrieron unos daños más o menos graves:
el «Terinérssee», el «Maryland» y el «Pennsylvania». Fueron hundidos
igualmente el gran buque cisterna «Utah», dos cruceros, varios
destructores, barcos auxiliares y un minador. Dos grandes unidades
solamente, el portaviones «Enterprise» y el «Lexington», que efectuaban
ejercicios más al sur, escaparon al desastre. Roosevelt acogió la
noticia sin mostrar una emoción especial. Hopkins, que se encontraba
cerca de él, se limitó a decir: «This it is». Pero este ataque contra
Pearl Harbour sólo constituía un comienzo"....
fuente: Libro: La Segunda Guerra Mundial - H.G. Dahms (1966)
Lo que hay detras del ataque de Pearl Harbour
http://thelandoflies.blogspot.com.es/2010/01/lo-que-hay-detras-del-ataque-de-pearl.html