El Partido Pantera Negra de Autodefensa fue una organización política afroamericana, fundada en Estados Unidos en octubre de 1966 por Huey P. Newton, Bobby Seale y David Hilliard. En sus orígenes, fue creada para la autodefensa del pueblo negro, incitando a la población negra a ejercer el derecho constitucional a poseer armas. Fue de los primeros grupos sociales y revolucionarios en sufrir la infiltración y manipulación policial, consiguiendo el FBI casi aniquilar el movimiento, sobre todo debido a la utilización de drogras (como el crack). Dentro de sus acciones sociales destacan el programa de almuerzo para niños, la habilitación de clínicas gratuitas para la población y la lucha contra las drogas, pues las consideraban un elemento de alienación. Además, impartían clases gratuitas de derecho, economía, autodefensa y primeros auxilios.
La lucha del partido Panteras Negras significó una liberación del movimiento afroamericano, un paso agigantado hacia la libertad y la igualdad entre razas.
Las Panteras Negras fue el heredero de las ideas de Malcolm X, porque surgió tras su muerte y trató de poner en práctica sus ideas. Llevó a cabo programas para mejorar el nivel de vida de la Comunidad Negra en los Estados Unidos. El FBI los declaró enemigo público número uno en 1969, y ese fue uno de los factores claves para su desaparición.
Pocos movimientos revolucionarios de los años sesenta han destilado
tanto glamour underground como el Partido de las Panteras Negras, sin
embargo, su trayectoria dista mucho de un desfile de moda. Las Panteras
crearon uno de los programas sociales de regeneración de los barrios
pobres de las grandes ciudades norteamericanas más ambiciosos de su
época y fueron el núcleo de una coalición de movimientos revolucionarios
con una fuerte implantación étnica y social que llegó a tener cierto
peso en la vida pública estadounidense, aunque sólo fuera como amenaza
al statu quo. El resultado de la aventura revolucionaria tampoco fue muy
chic: más de cuarenta muertos por arma de fuego y cientos de
encarcelados.
Sin embargo, las Panteras Negras siguen siendo un
mito político para todos aquellos movimientos políticos y culturales que
se desenvuelven en los guetos, cada vez más numerosos, de las grandes
ciudades europeas y americanas Autodefensa y derechos civiles Las
Panteras Negras fueron el resultado de la evolución del movimiento de
derechos civiles que, a lo largo de los años cincuenta y sesenta, había
movilizado a negros y blancos contra la segregación legal y la
discriminación cotidiana que sufrían los afroamericanos en Estados
Unidos.
Sus fundadores, Huey P. Newton y Bobby Seale, comenzaron
su andadura política en uno de los muchos grupúsculos asociados al
Black Power --el Revolutionary Action Movement (RAM)-- que tras el
momento álgido del movimiento de derechos civiles adoptaron una retórica
revolucionaria. El RAM se disolvió en 1965, cuando tres de sus miembros
fueron declarados culpables de querer atentar contra la Estatua de la
Libertad, la Campana de la Libertad de Filadelfia y el monumento a
George Washington. Seale y Newton comenzaron a trabajar en los programas
comunitarios contra la pobreza del ayuntamiento de Oakland y al poco
tiempo, en 1966, fundaban el Partido de las Panteras Negras para la
Autodefensa. Como anuncia el apellido del partido, el proyecto político
inicial de las Panteras estaba centrado en poner en práctica la postura
de Malcolm X favorable a la autodefensa, en un contexto de impunidad
policial y fuerte represión en los barrios negros de las grandes
ciudades industriales de Estados Unidos. Y esto, precisamente, es lo que
Newton y Seale desarrollaron con las patrullas de vigilancia policial.
Las patrullas consistían en un grupo armado de Panteras Negras que
seguían a la policía en su ronda rutinaria por el gueto para evitar que
se cometiesen atropellos. Por supuesto, como recordaba Bobby Seale años
después, el celo cívico de los Panteras no pasaba desapercibido a los
oficiales de policía: "En un momento dado, el policía dice '¡No tiene
derecho a observarme!' y Huey le contesta: 'No es cierto, una sentencia
del Tribunal Supremo de California estableció que todo ciudadano tiene
derecho a observar a un oficial de policía haciendo su trabajo siempre
que se mantenga a una distancia razonable. En esa misma sentencia, se
declara que a partir de diez pies se puede decir que existe una
distancia razonable. Yo estoy a veinte pies de usted y le voy a seguir
observando, le guste o no'".