Secuela de “Comprar, tirar, comprar”, que aborda el reciclaje ilegal de millones de toneladas de residuos electrónicos, un negocio a escala mundial que destruye el medio ambiente y pone en peligro la salud de miles de personas en África y Asia, convertidos en vertederos de estos residuos.
Cada año, en los países desarrollados se producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, el 75% de los cuales desaparece de los circuitos oficiales de reciclaje.
Su destino habitual son vertederos africanos o asiáticos donde contaminan el agua, la tierra y el aire y envenenan a miles de personas. Un dato que no debería extrañarnos que siguiera creciendo, ya que, solo en 2013, se vendieron 50 millones de televisores de pantalla plana, 300 millones de ordenadores y 2.000 millones de teléfonos móviles y smartphones en todo el mundo.
Visto el volumen de residuos, la falta de recursos para controlar su tráfico y la ineficacia de algunas leyes,
La tragedia electrónica concluye el relato apelando a la responsabilidad del consumidor que, consciente de lo que le pasa a un producto cuando acaba su vida útil, quizá debería redefinir su papel; utilizando sus aparatos durante más tiempo antes de que el planeta se convierta en un enorme vertedero con una larga y tóxica vida por delante.
Cada año, en los países desarrollados se producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, el 75% de los cuales desaparece de los circuitos oficiales de reciclaje.
Su destino habitual son vertederos africanos o asiáticos donde contaminan el agua, la tierra y el aire y envenenan a miles de personas. Un dato que no debería extrañarnos que siguiera creciendo, ya que, solo en 2013, se vendieron 50 millones de televisores de pantalla plana, 300 millones de ordenadores y 2.000 millones de teléfonos móviles y smartphones en todo el mundo.
Visto el volumen de residuos, la falta de recursos para controlar su tráfico y la ineficacia de algunas leyes,
La tragedia electrónica concluye el relato apelando a la responsabilidad del consumidor que, consciente de lo que le pasa a un producto cuando acaba su vida útil, quizá debería redefinir su papel; utilizando sus aparatos durante más tiempo antes de que el planeta se convierta en un enorme vertedero con una larga y tóxica vida por delante.