Son verdades que golpean nuestras neuronas. Los organismos creados para controlar mundialmente la economía no son para nada democráticos. Instrumentos como el FMI y el Banco Mundial, que han fracasado estrepitosamente en su cometido, se mantienen como estaban, lejos de corregir sus errores para que no vuelva a ocurrir. Es inconcebible, más cuando siguen dictando la suerte de muchos países.
FMI: "Sus estatutos declaran como objetivos principales la promoción de políticas cambiarias sostenibles a nivel internacional, facilitar el comercio internacional y reducir la pobreza"
Banco Mundial: "es uno de los organismos especializados de las Naciones Unidas, que se define como una fuente de asistencia financiera y técnica para los llamados países en desarrollo. Su propósito declarado es reducir la pobreza mediante préstamos de bajo interés, créditos sin intereses a nivel bancario y apoyos económicos a las naciones en desarrollo"
Los que llevamos años trabajando por otra economía y que cada vez vamos adquiriendo más consciencia del entramado macro-económico, el que pone trabas de todo tipo a un cambio del sistema, es hora que comencemos a poner pensamiento para cambiar esta gran mentira. No podemos hablar de una nueva economía si al empoderar al ciudadano no lo hacemos desde unas estructuras democráticas y participativas. Suenan demasiados proyectos que naciendo en el seno del tercer sector repiten esquemas de mercado donde, por ejemplo, al inversor no se le facilita su acción crítica, o al consumidor se le relega de su responsabilidad como propietario de su decisión última en el acto del consumo, etc. Son muchas las predisposiciones a dar a la ciudadanía las decisiones tomadas desde estructuras que trabajan enarbolando la bandera de una gestión democrática.
Tenemos todos la obligación de plantearnos la recuperación de una democracia secuestrada y amputada, como dice Saramago.