Cada vez realizamos más trámites on line. Sin quererlo, y quizá también sin saberlo, dejamos un rastro que se puede seguir fácilmente. Un reportaje de Laura Gimeno
Cada vez realizamos más trámites on line. Nos conectamos al mundo a través de redes sociales, colgamos fotografías, leemos la prensa por Internet o hacemos la declaración de la renta. Sin quererlo, y quizá también sin saberlo, dejamos un rastro que se puede seguir fácilmente.
Hacemos la prueba.
Le damos un nombre y dos apellidos a un detective privado y en dos
minutos tenemos la edad del investigado, DNI, domicilio actual y
anterior, con quién vive, si tiene hipoteca, por cuánto importe y con
qué banco. Descubrimos con quién trabaja, cuánto factura su empresa y cuánto gana. "Y porque no tiene multas. Si las tuviera podríamos saber incluso la matrícula de su coche" sentencia el detective Francisco Marco.
Le damos un nombre y dos apellidos a un detective privado y en dos
minutos tenemos la edad del investigado, DNI, domicilio actual y
anterior, con quién vive, si tiene hipoteca, por cuánto importe y con
qué banco. Descubrimos con quién trabaja, cuánto factura su empresa y cuánto gana. "Y porque no tiene multas. Si las tuviera podríamos saber incluso la matrícula de su coche" sentencia el detective Francisco Marco.
Internet es un nuevo escenario en el que empezamos a movernos cada vez con más comodidad pero, según los expertos, con cierta ingenuidad. Cada día se infectan 148.000 ordenadores y el phising, o robo de contraseñas bancarias para operar desde la red, va en aumento.
Mafias organizadas, hackers y cuerpos de seguridad libran una guerra silenciosa en un nuevo campo de batalla, el ciberespacio.
Y los gobiernos se protegen con protocolos de interceptación de
comunicaciones inmediatos y a discreción bajo la premisa de la seguridad
nacional y la lucha contra el terrorismo.
Y los gobiernos se protegen con protocolos de interceptación de
comunicaciones inmediatos y a discreción bajo la premisa de la seguridad
nacional y la lucha contra el terrorismo.
Laura Gimeno es la autora de este reportaje.
Nos descubre la enorme cantidad de información que hay en la red de
cada uno de nosotros en archivos públicos y lo vulnerables que nos hemos
hecho ante alguien que quiera utilizar esa información de manera maliciosa contra nosotros. "Nadie está a salvo en la red sin condición de edad, sexo o profesión", concluye Jon Sistiaga.
Nos descubre la enorme cantidad de información que hay en la red de
cada uno de nosotros en archivos públicos y lo vulnerables que nos hemos
hecho ante alguien que quiera utilizar esa información de manera maliciosa contra nosotros. "Nadie está a salvo en la red sin condición de edad, sexo o profesión", concluye Jon Sistiaga.