Las plantaciones no son bosques. Y la palma de aceite ahora se vende
bajo el título de la "reconversión productiva" con engaños a los
campesinos y pueblos indígenas de que es mejor vender el fruto a los
empresarios que lucrarán con él, que sembrar maíz, frijol, entre otros
productos necesarios para la vida de las comunidades. Siembran palma y
se les prohíbe cortarla en 30 años; les prometen riqueza y se quedan en
pobreza; se les convence que con las plantaciones ganarán dinero
vendiendo oxígeno y aportando a las soluciones al cambio climático, y no
ven más que esclavitud. Los monocultivos forestales y de otro tipo no
traen más que muerte y destrucción. Si no actuamos a tiempo, la crisis
climática nos llegará al límite sin retorno.