Ahmed Bujari
Una vía democrática para el Sahara
Texto íntegro de la intervención del representante del Frente Polisario
ante el Comité Especial de los 24 (Comité de Descolonización de la ONU),
Nueva York, 22 de junio de 2010.
Sr. Presidente
Deseo antes que nada agradecerle a Usted y a los Miembros del Comité especial encargado de la descolonización la oportunidad de estar hoy ante Ustedes en esta sesión
No es necesario, Sr Presidente, abordar con detalle todas las fases del todavía frustrado proceso de descolonización del último territorio africano que figura en la lista del Comité especial. No obstante permítame hacerlo con brevedad para situar este proceso en su contexto actual teniendo en cuanta el rol y la responsabilidad que incumben al Comité.
Mi país, el Sahara occidental, fue colonizado oficialmente por España en 1884 en el marco del reparto de África por las potencias europeas reunidas en la conferencia de Berlín celebrada ese año. Como todos los pueblos africanos, el pueblo saharaui reivindicó y luchó por el logro del fin de esa situación colonial, primero por vías pacíficas en junio de 1970 y desde mayo de 1973 por la lucha armada dirigida por el F. Polisario. La ONU, la Organización para la Unidad Africana (hoy UA) y el Movimiento de Países No Alineados reafirmaron a lo largo de los años su pleno apoyo al derecho inalienable del pueblo saharaui a la autodeterminación e independencia que debe ser ejercido por medio de un referéndum organizado y supervisado por la ONU.
El conjunto de los países fronterizos con el Sahara occidental- Marruecos, Mauritania y Argelia- respaldaron de forma inequívoca este derecho y crearon en 1970, tras la cumbre celebrada en Nouadhibou, Mauritania, un Comité Tripartito al más alto Nivel cuyo objetivo era ejercer presión sobre la Potencia colonial- España- para que acelere el proceso de descolonización del Sahara occidental. España aceptó finalmente en 1972 sumarse al consenso regional e internacional y dio pasos concretos hacia la aplicación del principio de autodeterminación en el territorio bajo su Administración. La ONU, como resultado de la tenacidad de este Comité, estaba en aquel entonces a punto de lograr un nuevo éxito en su agenda descolonizadora.
No obstante, la misma potencia administradora abdicaría poco después de sus obligaciones y compromisos y en lugar de conducir el Territorio hacia su descolonización pacifica, firmó, a espaldas del pueblo saharaui, un acuerdo secreto con nuestros dos vecinos, Marruecos y Mauritania, en virtud del cual, los dos países, rompiendo a su vez con sus anteriores compromisos, invadirían, ocuparían y se repartirían nuestro pueblo, nuestro territorio y sus riquezas naturales. Así fue concebido y firmado el Acuerdo Madrid de 14 de noviembre de 1975; un acuerdo ilegal que según la ONU, no ha puesto fin al proceso descolonizador. De hecho, lo ha agravado.
Nunca había ocurrido algo similar en los anales de la descolonización. Los colonizados y oprimidos de ayer se convertían en colonizadores y opresores hoy y recurrieron a la fuerza militar para negarle a u n pueblo hermano y vecino su derecho a la autodeterminación e independencia. Fue un ataque directo a la Carta y resoluciones de la ONU y un desprecio a los enormes esfuerzos realizados por este Comité en pro de la descolonización del Territorio. Para África y para la Organización de la Unidad Africana supuso algo más; supuso la puesta en tela de juicio del principio acordado por la Organización relativo al carácter intangible de las fronteras que cada país obtuvo el día de su acceso a la independencia. Dicho principio fue el primer acuerdo de la OUA para preservar el Continente del flagelo de guerras territoriales. Marruecos y Mauritania, países Miembros de la ONU y de la OUA, al oponerse al principio de autodeterminación y proceder a modificar las fronteras por medio del recurso a la fuerza, se rebelaban contra pilares básicos de derecho internacional contenidos en las Cartas de las dos Organizaciones.
Nuestro pueblo fue obligado así a luchar contra los nuevos colonizadores. Mauritania firmaría la paz el 5 de agosto de 1979 con el F. Polisario, tras reconocer que se había implicado en una “guerra injusta y fratricida”.
En septiembre, Marruecos, en lugar de participar en la dinámica de paz desencadenada por este acuerdo, extendería su ocupación militar a la parte del territorio evacuada por las fuerzas mauritanas. La Asamblea general toma conciencia de la gravedad de la situación y adopta la resolución 3437(1979) en la que denuncia vigorosamente lo que llamó ”cito,” extensión de la ocupación militar del Sahara Occidental por Marruecos a la parte del Territorio evacuado por Mauritania”.
Para la ONU, la presencia marroquí en el Sahara occidental era calificada desde ese momento de “ocupación militar”. En dicha resolución, reiterada en su integridad el año siguiente, la ONU demanda a Marruecos, cito, “participar en la dinámica de paz y entablar negociaciones directas con el F. Polisario en tanto que representante legitimo del pueblo del Sahara occidental con vistas a lograr un cese del fuego y las modalidades de organización de un referéndum de autodeterminación “.
Fue tan solo, 12 años después, y tras 16 años de duros combates, cuando Marruecos responde a este llamamiento mediante su aceptación del Plan de arreglo elaborado por la ONU y la OUA en 1988 y endosado por el Consejo de seguridad en su resolución 690 de 1991. El Consejo de seguridad, que en virtud de la Carta de la ONU no tiene competencias en asuntos de descolonización, limitó su rol al hecho de endosar el Plan de paz elaborado por la ONU con las partes y autorizar el envío de una Misión al territorio, llamada MINURSO, con el explícito mandato de organizar el referéndum de autodeterminación suscrito por las dos partes beligerantes que permita al pueblo saharaui elegir entre la independencia y la integración en Marruecos, la potencia ocupante.
Me resulta altamente importante subrayar este aspecto ante el Comité porque, Sr. Presidente, como se verá mas adelante, Marruecos intentará, sobre la base del apoyo de ciertas amistades, implicar al Consejo en el intento de impedir la celebración del referéndum al que Marruecos se habían suscrito y reemplazar el principio básico de la descolonización , el de la autodeterminación, por el principio de una llamada “solución política mutuamente aceptable” cuyo objetivo es en realidad ofrecerle a la potencia ocupante la posibilidad de ejercer un veto al principio de autodeterminación. Imaginemos por un solo instante que esta posibilidad, que este veto al principio de autodeterminación, hubieses sido ofrecido a todas las potencias europeas con posesiones coloniales en África, América latina, Caribe y Asia. Muchos no estarían sentados aquí como Miembros de la ONU.
La MINURSO llegaría al Sahara occidental el 6 de septiembre de 1991, día de entrada en vigor del alto el fuego a fin de proceder a la celebración del referéndum en conformidad con lo estipulado por el Plan de arreglo. El territorio, el día de la entrada en vigor del alto el fuego, quedó dividido provisionalmente en dos zonas, una ocupada y otra liberada, separadas por el muro militar construido por Marruecos , de una extensión de 2000Kms, rodeado todavía hoy de 7 millones de minas antipersonales y anti blindados. El proceso del referéndum se puso en marcha con la elaboración por la ONU de la lista de votantes, tras superar todas las dificultades puestas en el camino por Marruecos, que pretendía que sus colonos transferidos en dos grandes oleadas al Territorio participasen en dicho referéndum.
El mensaje que transmitía Marruecos era evidente y consistía en una especie de ultimátum a la ONU en el sentido de que o la ONU aceptaba el principio de un referéndum fraudulento o no habría referéndum. En efecto esto es lo que pasó. La ONU hizo un trabajo que ella consideraba limpio y estaba en posición de avanzar hacia la celebración misma del referéndum en tres ocasiones, en 1992, en 1998 y en 2000.
La ONU no pudo llegar al final ante el rechazo de Marruecos. Cierto, no se implicó en una farsa, en unas listas de votantes fraudulenta, pero no es menos cierto, Sr, Presidente, que la ONU, y de manera particular el Consejo de seguridad, garante de la idea misma del referéndum contenido en el Plan de arreglo que había endosado en 1991, cerró los ojos y los sigue cerrando hoy, ante la destrucción por Marruecos de todo el proceso de paz.
En una carta al SG de la ONU, del 24 de abril 2004, Marruecos dijo que la solución del referéndum reafirmada en el Plan Baker, le resultaba ya “inaceptable” porque , cito, “pone en cuestión la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental”, al que pasa a llamar ”provincia del sur”. Ya no se trataba para Marruecos de alegar dificultades técnicas para elaborar una lista de votantes definitiva, sino de este nuevo argumento, el cual es simplemente insostenible, Sr. Presidente. Nadie, ni este Comité, ni la ONU ni la Unión Africana ni siquiera los amigos más cercanos de Marruecos, le reconocen tal pretensión de soberanía que como es sabido, es una cuestión que debe ser decidida por el pueblo saharaui en el referéndum que había sido por lo demás aceptado por Marruecos.
Esta es la verdad histórica.
Hoy han pasado 18 años y el referéndum prometido por la ONU espera todavía por su celebración. El proceso fue detenido por Marruecos sobre la base de creer que ciertas amistades dentro del Consejo, y de manera particular, Francia, le asegurarían una especie de impunidad para seguir la obra de destrucción. De esta forma, Marruecos cree todavía posible implicar al Consejo en el propósito de alterar gravemente los fundamentos básicos inherentes a una cuestión de descolonización, como es el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Todos los esfuerzos relazados desde entonces, desde los acuerdos de Houston de 1997, pasando por el plan Baker del 2003 hasta los que viene realizando el nuevo Enviado personal del SG, Sr. Ross, no han logrado vencer la intransigencia de la potencia ocupante del territorio, que no pierde la esperanza de que el Consejo de seguridad se implique más en un problema de descolonización de la competencia exclusiva de la Asamblea general y de este Comité, con el fin de que, al abrigo de los vaivenes de las coyunturas internacionales y bajo la inspiración de lo que algunos llaman
realpolitik, se legitime una solución contraria al principio de autodeterminación. De ahí viene la llamada propuesta marroquí de “autonomía en el marco de la soberanía de Marruecos”
Marruecos ha incorporado nuevos argumentos y pretextos para obtener alianzas dentro del Consejo de seguridad como el de su supuesto rol en la lucha global contra el terrorismo. Marruecos vende este supuesto rol como razón suficiente para obtener a cambio la anexión definitiva del Sahara occidental. Ello significaría la introducción de una nueva y curiosa doctrina en virtud de la cual todos los que participen en esa lucha serian premiados, si así lo desearan, con la anexión de territorios vecinos.
Esta pseudo-solución, la de la “autonomía en el marco de la soberana marroquí”, que Marruecos formula públicamente en el año 2007, y establece como pre-condición para avanzar en el proceso de negociaciones actual, implica de antemano partir del hecho de que se le impone al pueblo saharaui renunciar a la opción de la independencia e integrarse en la potencia ocupante. No creo que sería difícil para los Miembros del Comité considerar que esta pseudo-solución supone una grave denegación del verdadero sentido y alcance del principio de autodeterminación formulado por las Naciones Unidas en su resolución 1514 y definido con precisión en la resolución 1541.
Mientras tanto, Marruecos, interpretando correctamente la paralización de la ONU, actúa en el territorio como potencia ocupante que considera que la legalidad internacional, la Carta de la ONU y sus resoluciones no tienen mayor relevancia. Es por ello que se niega a reanudar el proceso del referéndum decidido por la ONU en 1991. Es por eso también que continua a la luz del día explotando ilegalmente los recursos naturales del Sahara occidental para apuntalar su ocupación. Es por eso también que la violación de los derechos humanos sigue su curso y todo ello, ante los ojos y oídos de una Misión de la ONU, la MINURSO.
No hay indicios, Sr. Presidente, de que Marruecos vaya a cambiar de posición en un futuro inmediato y confía en que por sus relaciones bilaterales con algún Miembro permanente del Consejo de seguridad, la ONU fracase en conducir el último territorio africano en la agenda del Comité especial hacia su plena descolonización. Mientras san estas las coordenadas, los esfuerzos que lleva a cabo el Enviado personal del Sg de la ON, Christopher Ross, están condenados al fracaso. Marruecos somete a prueba la paciencia del pueblo saharaui y la paciencia de la Comunidad internacional.
¿Cuál es el rol del Comité especial en todo esto?.
El Caso del Sahara occidental, Sr. Presidente, representaba la posibilidad de un éxito para la ONU en su agenda descolonizadora. Hoy el Sahara occidental es el símbolo de un prolongado fracaso, un fracaso lamentable que se veía venir y pudo ser evitado a tiempo. Sería poco convincente justificarlo por la complejidad de la formula básica de solución, el principio de autodeterminación para una cuestión de descolonización, o por las incidencias de la guerra fría.
No podemos, ni ustedes, ni África, ni la región, ni el pueblo saharaui resignarnos al hecho consumado y aceptar las consecuencias de una lógica basada exclusivamente en la fuerza y en apetitos territoriales.
Como Ustedes saben, el Estado marroquí, siguiendo las desafortunadas pautas expansionistas del líder del partido Istqlal, Allal EL FASSI, creyó que, tras su independencia en 1956, debería reivindicar lo que llamaría el “Gran Marruecos”, cuyas fronteras se extenderían hasta Senegal, englobando así todo el Sahara occidental, toda Mauritania, parte de Argelia y de Mali; es decir, incorporar al Territorio marroquí una superficie de 1milllon y medio de Kms. cuadrados. Esta teoría fue convertida en política oficial del Estado marroquí en 1957, tras el discurso de Mhameed ElGhizlan, pronunciado por el rey Mohamed V. Doce años mas tarde, viendo el carácter ilusorio de este empeño, y en vísperas de reconocer finalmente la independencia de Mauritania a la que consideraba parte integrante de ese “Gran Marruecos”, el rey Hassan II de Marruecos dijo en un solemne discurso (1) dirigido a la nación el 29 de agosto 1969, (
Histoire des Alaouites, Jacques Benoist- Mechin, pag 225,) cito:
“¿Por qué debemos obstinarnos en presentar a Marruecos como un país intransigente, que no quiere coexistir con ninguno de sus vecinos?. La reivindicación no debe adquirir la forma de la injuria, o de la violencia y no debe apoyarse exclusivamente en la historia antigua, ya que ésta nos llevaría incluso a justificar que reivindiquemos el Cairo bajo el pretexto de que esta ciudad ha sido construida siguiendo un plan trazado por un arquitecto marroquí de la época de los almorávides. A este ritmo, daríamos la impresión de vivir al margen del mundo..”(Fin de cita)
Desde ese año de 1969 en que hizo ese celebre discurso a la nación, hasta octubre de 1973 , Marruecos reiteró ante el Comité especial y ante la asamblea general esta convicción, esta sabiduría, y su respaldo, cito, ”a la independencia del Sahara occidental” y al “derecho del pueblo del Sahara occidental a la autodeterminación e independencia”.
Seis años más tarde, Marruecos, apoyado por Mauritania, decide invadir y ocupar por la fuerza el Sahara occidental, rompiendo con la convicción y con la sabiduría expresada en el discurso. Desde 1975, la región no ha conocido la paz y se aleja hoy más que nunca de ella como resultado de la decisión de Marruecos de volver a las “reivindicaciones basadas exclusivamente en la historia antigua”, a pesar de que ni siquiera esa Historia antigua puede ser invocada en el caso del Sahara occidental como lo demostró el dictamen del Tribunal internacional de Justicia.
El fracaso del camino pacífico que ustedes nos habían encomendado y que habíamos aceptado de forma sincera no debe ser permitido. De ahí el enorme rol que este Comité puede jugar para que cese “la injuria y la violencia” y acompañar de forma estrecha el proceso para una descolonización pacífica, completa y creíble de la última colona africana inscrita en su agenda descolonizadora.
En este contexto, el Comité tiene en sus manos, antes que nada, la posibilidad de informarse in situ, de reanudar sus visitas al territorio. Es una práctica establecida por el Comité en el marco de sus competencias. La última visita tuvo lugar hace 35 años. No hay ninguna razón válida y convincente para oponerse a que el Comité efectúe una segunda visita y todas las que sean necesarias mientras no certifique que el proceso descolonizador ha concluido de forma legal y valida. De otro lado, el Comité tiene el derecho a pedir y recibir información apropiada y veraz sobre la situación reinante en un Territorio que está en su agenda. Esta información no está llegando porque Marruecos se niega a ello y comete el error que cometieron otras potencias coloniales de considerar que no tiene colonias sino “provincias”. Esto lo decía la España de Franco y lo el Portugal de Caetano. Lo decía Francia de Argelia. Seria incomprensible y a nuestro modo de ver contrario a los intereses supremos de este Comité y a sus competencias que alguien ponga piedras en el zapato. Es lo mínimo que el Comité puede hacer ahora. El F. Polisario cooperaría plenamente con toda Misión que envíe el Comité.
Deseo formular ante el Comité que estamos convencidos de que tarde o temprano la legalidad internacional triunfara en el Sahara occidental. Debemos aunar esfuerzos para convencer a Marruecos a que coopere con los esfuerzos de la ONU para poner fin a una situación colonial insostenible que ha hipotecado el futuro de toda una región y que no ha traído más que el retorno de la desconfianza, inestabilidad e inseguridad.
La reflexión positiva orientada hacia un futuro común que nos sirva de poderoso aliciente para contribuir en la superación de la actual situación de injusticia y que permita unir a los pueblos saharaui, marroquí, y todos los pueblos del Magreb no se ha agotado todavía.
Todos los países de la región fuimos colonias o protectorados de potencias europeas. Todos, menos el Sahara occidental, llevan años construyendo su futuro. No podemos ni debemos ser la excepción a la regla general. Marruecos parece optar por el retorno de los tiempos de la injuria, de la violencia, de las reivindicaciones territoriales basadas en la historia antigua. Es un error trágico cuyas consecuencias la estamos pagando todos.
No podemos sino invocar la esperanza de que el espíritu del discurso del 20 de agosto de 1969 pronunciado por el rey Hassan II vuelva a imprimir la reflexión marroquí. La vía ya acordada de la solución democrática que permita al pueblo saharaui ser dueño de su destino, ya optando por la independencia, ya por la integración en Marruecos, es la única vía posible, viable, sabia, acorde con la legalidad internacional para hacer frente a la situación derivada de un proceso descolonizador inconcluso.
Es en este contexto, Sr. Presidente, que el F .Polisario ve como algo esencial el rol de este Comité. El Comité debe, a nuestro juicio, despachar una segunda misión al Territorio para actualizar sus datos y, si es oportuno, realizar una sesión especial sobre el Sahara occidental, como tema inscrito en su agenda. El F. Polisario cooperaría de manera ilimitada con estas iniciativas si llegan a ser aceptadas por el Comité. Muchas gracias
.
Fuente: www.pensamientocritico.org