"Money as Debt" (El dinero es Deuda), analiza de forma didáctica y a
través de dibujos la historia de la moneda y el de la banca moderna. Es
un mirada al funcionamiento de la economía a través del sistema bancario
y monetario que destaca la capacidad de las entidades bancarias de
"fabricar" dinero con respaldo de los gobiernos. Justamente por eso, el
dinero estaría basado en la deuda (al fabricarlo, al prestarlo, al
devolverlo...), mostrando lo débiles que son los pilares del sistema
económico actual. No requiere ningún conocimiento previo y se le
recomienda a todos, ya que este documental es, un destructor de mitos.
El
documental "El Dinero es Deuda", prácticamente se ha convertido en un
hito de los documentales que revelan la naturaleza fraudulenta del
sistema monetario y las bancas centrales, por su sencillez y fácil
comprensión.
Que es el dinero y como se crea a partir de la deuda,despues de ver el video mas a mirar de otra manera a esos papelitos de colores que llevas en la cartera....
En este documental se explica como funciona el fraudulento sistema monetario internacional, donde tienen a todas las personas en la esclavitud ya que las personas y los gobiernos tienen deudas con los banqueros que nunca van a poder pagar, mientras que estos parásitos (Banqueros) se enriquecen con su usura y manejan al mundo a su antojo.
En 2009 se estrenó un segundo documental llamado "Money as Debt II:
Promises Unleashed" que continúa la investigación del fraude de la
denominada banca moderna ("modern banking").
La segunda parte de
éste documental profundiza en la crisis económicas actuales, como
resultado obvio de un sistema económico que está hecho para fracasar.
Ficha técnica 1 y 2:
Título original: Money as Debt I -- II
Nacionalidad: USA
Género: Política / Sociedad
Año: 2006 y 2009
Frases célebres de los banqueros:
-El proceso a través del cual los bancos crean dinero es tan simple que la mente lo rechaza. John Kenneth Galbraith
-Algo
de lo que hay que darse cuenta sobre nuestro sistema bancario es que,
como en el juego de la silla, que jugábamos en la infancia, mientras la
música suene no hay perdedores. Andrew Gause, historiador monetario.
-Quien
crea que el crecimiento exponencial puede continuar para siempre en un
mundo finito es o un loco o un economista. Kenneth Boulding, economista.
-Quien
controle el volumen de dinero en nuestro país es el amo absoluto de
toda la industria y comercio... y cuando te das cuenta que el sistema
entero es tan fácil de controlar de una u otra manera por unos pocos
hombres poderosos en la cima, no necesitarás que te expliquen cómo se
originan los períodos de inflación y depresión. James Garfield.
-Estamos
agradecidos con el Washington post, el New york times, la revista Times
y otras grandes publicaciones cuyos directores han asistido a nuestras
reuniones y respetado las promesas de discreción por casi 40 años.
Habría sido imposible para nosotros desarrollar un plan para el mundo si
hubiésemos tenido que lidiar con las brillantes luces de la opinión
publica durante esos años. Pero el mundo es ahora más sofisticado y está
más preparado para marchar hacia un gobierno mundial. La soberanía
supra-nacional de una elite intelectual y banqueros mundiales es
cláramente preferible a la autodeterminación nacional practicada en las
centurias pasadas. David Rockefeller, reunión de la comisión trilateral,
Junio de 1991.
Religion is Bullshit es el clásico monólogo sobre la religión de George Carlin, uno de los más importantes cómicos stand-up norteamericanos de todos los tiempos y fallecido hace poco más de un año. Memorable la mención a Joe Pesci, conocido actor y buen amigo personal de Carlin. Datado en 1999. Son muchas las actuaciones de Carlin subtituladas al español disponibles en YouTube, si bien ésta en particular suele ser retirada habitualmente debido a una reclamación de copyright sobre el audio del clip por parte de WMG. Si puedes leer esto es que alguno de los servicios para compartir vídeo en Internet me lo ha puesto un poco más fácil.
Una clara explicacion,llamando a las cosas por su nombre.
Participan el ensayista suizo Jean Ziegler, relator de la ONU y el escritor uruguayo EduardoGaleano
El siguiente
documento, fechado de Mayo de 1979, ha sido encontrado el 7 de Julio de 1986 en
una fotocopiadora IBM comprada en una subasta de material militar.Negligencia o fuga
intencional, este documento ha estado en posesión de los servicios secretos de
la US Navy. El documento, por seguridad, no figura la firma de la
organización de donde proviene. Pero recortes de informaciones y fechas dejan
suponer que se trata del Grupo
de Bildergerg, un
"club de reflexión" que reúne personas extremadamente poderosas de los mundos de
las finanzas, de la economía, de la política, de las fuerzas armadas y de los
servicios secretos.
Publicado en
anexo en el libro " Behold a pale horse " de William Cooper, Light Technology
Publishing, 1991
Top Secret
Armas Silenciosas para una Guerra Tranquila
Silent weapons for a quiet war
Manual Introductorio de la Programación
Investigación del funcionamiento
Manual Técnico
Bienvenido a Bordo
Esta publicación marca el 25 Aniversario de la Tercera Guerra Mundial, llamada la "GuerraTranquila", llevada a cabo con el uso de subjetivos elementos de guerra biológica, usando"armas silenciosas" para luchar.
Este libro contiene una descripción introductoria de esta guerra, sus estrategias y su armamento.
Mayo de 1979 #74-1120
"El Estado es la forma superior de la moralidad"
Aristóteles, Política
La carrera política y empresarial de George Walker Bush, hijo del director de la CÍA y, más tarde, 41° presidente de los Estados Unidos, George Herbert Walker Bush, se encuentra narrada y do-cumentada en no pocas obras que han investigado los sótanos de la política norteamericana, y constituye un ejemplo perfecto y acabado de arribismo sin escrúpulos. Este artículo, tanto por la brevedad como por la falta de pretensión, debe ser entendido sólo como una mirada estupefacta sobre uno de los más deprimentes espectáculos representados en el escenario donde implacable-mente se juega, como si de sim-ples marionetas se tratara, con el destino de millones y millones de seres humanos. Los avatares y los caminos que acabaron sentando a George Walker Bush en el tro-no imperial y colonial de la Casa Blanca son en general conocidos, pero creo que puede ser de alguna utilidad en estos días que corren, como un resumido vademé-cum, la relación de las principales etapas que marcaron la vida y milagros del actual (y fraudulen-to) presidente de Estados Unidos de América del Norte, George Walker Bush, a quien los amigos, en el tiempo de la juventud (y quién sabe si todavía hoy), llama-ban cariñosamente W. Y ya que, según las mejores biografías auto-rizadas, George Walker, igual que Saulo al caer del caballo en el camino de Damasco, recibió de las alturas la iluminación de la gracia que, en su caso, le hizo dejar el alcohol y arrepentirse de la vida disoluta en que se le esta-ba perdiendo el alma, me permiti-ré, tomando como piadoso ejem-plo las estaciones del vía crucis cristiano, enumerar algunos pa-sos de la peculiarísima vía triunfa-lis que, por ser el hijo mayor de su señor padre, le habría de conducir hasta el ombligo del mundo, más conocido como Despa-cho Oval.
Helas aquí: la primera estación muestra hasta qué extremo
influyó el peso político y empresarial paterno para que George W. fuese admitido y obtuviera fáciles diplomaturas en las uni-versidades de Andover y de Yale; en la segunda estación se explican las maniobras y los artifi-cios de que George W. se sirvió para que lo situaran en el primer lugar de una lista de espera de miles de candidatos a inscribirse en la Guardia Nacional de Tejas y de esa manera tener una excelente razón para no ir a la guerra de Vietnam; en la tercera estación se destapará el engranaje fi-nanciero empleado para reflotar las compañías petroleras de George W. cuando estaban al borde de la quiebra; en la cuarta estación se aclara el laberíntico proceso de venta de las acciones de la Harken Energy Corporation; en la quinta estación se des-cribe la operación de adquisi-ción del equipo de béisbol Texas Rangers y cómo la posterior ven-ta de la parte de George W. (pese a ser minoritaria) hizo de él un multimillonario; finalmente, en la sexta y última estación se ana-lizan en pormenor las campañas que, en dos ocasiones, elección y reelección, colocaron al hijo amadísimo de George Herbert Walker Bush al frente del Go-bierno del Estado de Tejas, último escalón que le faltaba a W. para que, un día, ojos desafiando ojos, dispuesto para desenfundar el Colt de la pistolera, como en OK Corral, pudiese pronun-ciar ante la cara de la asombrada estatua de Abraham Lincoln estas palabras que, en su boca, suenan como un insulto: "Yo también soy presidente de los Es-tados Unidos".
Presidente de los Estados Unidos, sí, pero sólo gracias al fraude, a la mentira, a la manipulación. Peor aún que todo esto, y hablando alto y claro: George Walker Bush llegó a la presidencia de su país por obra de un golpe de Estado perfectamente caracterizado, al que sólo le faltó el habitual retoque militar, aunque no, por cierto, la aquies-cente benevolencia del Pentágo-no. La acción conjunta (y concer-tada) de cinco jueces de derechas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos; del gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano del candidato republicano, y de la mayoría abrumadora de los medios de comunicación social norteamericanos, con especial relevancia de los informativos de televisión que, controlados por grandes corporaciones industriales y financieras, difunden la opi-nión directa del Estado-empre-sa, tuvo como consecuencia una de las más ignominiosas y desca-radas usurpaciones de poder que los tiempos modernos tuvieron la desgracia de testificar. El mun-do presenció una exhibición de prestidigitación política que en-sombrecerá para siempre las ar-tes manipuladoras de otro presidente norteamericano, Richard Milhous Nixon, aquel que entró en la Historia de los Estados Unidos con el expresivo apodo de Dick Trick, que significa algo así como embustero, farsante, im-postor, tramposo (dejo al lector que elija el término que conside-re más adecuado). Me pregunto cómo y por qué Estados Unidos, un país en todo tan grande, ha tenido, tantas veces, tan peque-ños presidentes...
George W. es seguramente el más pequeño de todos. Con su
mediocre inteligencia, su igno-rancia abisal, su expresión ver-bal confusa y permanentemente atraída por la irresistible tenta-ción del disparate, este hombre se presenta ante la humanidad con la pose grotesca de un cow-boy que ha heredado el mundo y lo confunde con una manada de ganado. No sabemos lo que real-mente piensa, no sabemos siquie-ra si piensa (en el sentido noble de la palabra), no sabemos si en realidad no será un robot mal diseñado que constantemente confunde y cambia los mensajes que le pusieron dentro. Pero, honra le sea hecha al menos una vez en la vida, hay en George Walker Bush, presidente de Esta-dos Unidos, un programa que funciona a la perfección: el de la mentira. Él sabe que miente, sa-be que nosotros sabemos que es-tá mintiendo, pero, por pertene-cer a la tipología de comporta-miento del mentiroso compulsi-vo, seguirá mintiendo aunque tenga delante de los ojos la más desnuda de las verdades, repetirá la mentira incluso después de que la verdad le haya estallado ante su rostro. Mintió para ha-cer la guerra contra Irak como ya había mentido sobre su pasa-do turbulento y equívoco, es de-cir, con la misma desfachatez. La mentira, en George W, viene de muy lejos, la trae en la masa de la sangre. Como mentiroso emérito, él es el corifeo de todos los mentirosos que lo han rodea-do, aplaudido y servido como la-cayos durante los tres últimos años. Ahora son menos los yes men, pero todavía sueltan sus gorgoritos embaucadores. No había armas de destrucción masi-va en Irak, las que existieron fue-
ron destruidas tras la guerra del Golfo, en 1991. Pero Anthony Tony Blair y José María Aznar, los tenores preferidos de George W, continúan, en su santo nom-bre, girando al gastado y rayado disco de la amenaza que Sadam Husein representaba para la hu-manidad...
George W. Bush o la edad de la mentira
JOSÉ SARAMAGO
George Walker Bush expulsó la verdad del mundo para, en su lugar, inaugurar y hacer florecer la edad de la mentira. La socie-dad humana actual está impreg-nada de mentira como de la peor de las contaminaciones morales, y él es uno de los mayores respon-sables de este estado de cosas. La mentira circula impunemente por todas partes, se ha erigido en una especie de otra verdad. Cuando hace algunos años un primer ministro portugués, cuyo nombre por caridad omito aquí, afirmó que "la política es el arte de no decir la verdad", no podía imaginar que George W. Bush, tiempo después, transformaría la chocante afirmación en una travesura ingenua de político pe-riférico sin conciencia real del va-lor y del significado de las pala-bras. Para George W. la mentira es, simplemente, una de las ar-mas del negocio, y, tal vez la me-jor de todas, la mentira como arma, la mentira como vanguardia de los tanques y de los caño-nes, la mentira sobre las ruinas, sobre los muertos, sobre las pobres y siempre frustradas espe-ranzas de la humanidad. No es cierto que el mundo sea hoy más seguro que hace tres años, pero no dudemos de que sería mucho más limpio y tranquilo sin la po-lítica imperial y colonial del pre-sidente de Estados Unidos de América, George Walker Bush, y de cuantos, conscientes del fraude que cometían, le abrieron el camino hacia la Casa Blanca. Después de dispararle un tiro a Abraham Lincoln.
José Saramago es premio Nobel de Literatura.
Este artículo reproduce en lo esencial el prólogo a El Nerón del siglo XXI, de Jamer H. Hatfield, publicado en España por Editions Toméli-Edicio-nes Apostrofe.
Una reciente resolución de las autoridades científicas de Argentina invita a recordar la historia negra de esta transnacional norteamericana que atenta contra el medio ambiente y la vida.
Monsanto se presenta a sí misma como una empresa visionaria, una fuerza de la historia mundial que trabaja para aportar ciencia de vanguardia y una actitud ambientalmente responsable a la solución de los problemas más urgentes de la humanidad. Pero, ¿qué es en realidad Monsanto? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llegó a ser el segundo productor mundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores de semillas en el planeta?. ¿Es Monsanto la compañía "limpia y verde" que proclaman sus anuncios, o los mismos apenas representan una operación de imagen que oculta la naturaleza criminal de la compañía?
En una Resolución del 13 de diciembre de 2004, el Comité Nacional de Etica en la Ciencia y la Tecnología (CECTE), dependiente del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina, tomó conocimiento de la convocatoria al Premio "Animarse a Emprender", instituido por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, Educativas y Técnicas (CONICET) y la empresa Monsanto, que otorgaba 30 mil dólares al mejor proyecto en el área de biotecnología y medio ambiente, y recogió las inquietudes formuladas sobre este premio por algunos investigadores.
En atención a esas consideraciones, el CECTE estimó que es "inconveniente" que una institución pública de la ciencia y la tecnología se asocie en el otorgamiento de premios a la investigación científica o tecnológica con organizaciones o empresas que "son objeto de cuestionamientos éticos por sus responsabilidades y acciones concretas en detrimento del bienestar general y el medioambiente".
Monsanto es la compañía que introdujo al mercado la primera generación de cultivos transgénicos, convirtiéndose en el líder mundial en la promoción de biotecnología en la agricultura. Actualmente, es el mayor vendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90 por ciento de todos los cultivos transgénicos del mundo. Los cultivos resistentes a su herbicida "glifosato", como la "soja RR" (Roundup Ready) y el "maíz RR", sólo promueven la agricultura industrial de insumo-dependencia. Una mirada a su historia nos dará algunas claves reveladoras, y puede ayudarnos a entender mejor las prácticas actuales de la compañía.
Un resumen de la detallada investigación realizada por Brian Tokar, autor de "Earth for Sale" (South End Press, 1997) y "The Green Alternative" (New Society Publishers, 1992), yprofesor de Ecología Social en el Goddard College, de Plainfield, Vermont, Estados Unidos, muestra una verdadera colección de atrocidades perpetradas por esta multinacional de gran ingerencia actual en Latinoamérica.
Con sede en San Louis, Missouri, Estados Unidos, Monsanto Chemical Company fue fundada en 1901 por John Francis Queeny, un químico autodidacta que llevó la tecnología de la fabricación de sacarina, el primer edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos. En los años 20, Monsanto se convirtió en uno de los principales fabricantes de ácido sulfúrico y de otros productos básicos de la industria química, y desde la década del 40 hasta nuestros días, es una de las cuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10 primeras empresas químicas de Estados Unidos.
En los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticos y las fibras sintéticas. En 1947, un carguero francés que transportaba nitrato de amonio (utilizado como fertilizante) explotó en un muelle a unos 90 metros de la fábrica de plásticos de Monsanto en las afueras de Galveston, en Texas. Más de 500 personas murieron en lo que llegó a ser considerado como uno de los más grandes desastres de la industria química. La planta producía estireno y plásticos de poliestireno, que aún se usan para envases de alimentos y otros productos de consumo masivo. En los años 80, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar de la clasificación de productos químicos cuya producción genera las mayores cantidades totales de residuos peligrosos.
En 1929, la Swann Chemical Company, adquirida poco después por Monsanto, desarrolló los bifenilos policlorados (PCBs por sus siglas en inglés), que fueron muy alabados por su estabilidad química y su ininflamabilidad. Su uso más frecuente se dio en la industria de equipos eléctricos, que escogió a los PCBs como refrigerantes incombustibles de una nueva generación de transformadores. En el transcurso de los años 60, los compuestos de la cada vez más numerosa familia de los PCBs de Monsanto fueron también usados como lubricantes, líquidos hidráulicos, aceites lubricantes de herramientas, revestimientos impermeables y selladores líquidos. Las pruebas de los efectos tóxicos de los PCBs se remontan a los años 30, cuando científicos suecos que estudiaban los efectos biológicos del DDT comenzaron a hallar concentraciones significativas de PCBs en la sangre, pelo y tejidos grasos de los animales silvestres.
La investigación durante los años 60 y 70 reveló que los PCBs y otros compuestos organoclorados aromáticos eran carcinógenos poderosos, y también los relacionó con un amplio conjunto de trastornos reproductivos, de desarrollo y del sistema inmunológico. La afinidad química de estos compuestos por las grasas es responsable de sus enormes tasas de acumulación y bioconcentración, así como de su expansión a través de la cadena alimenticia marina en el mundo. Aunque la fabricación de PCBs se prohibió en Estados Unidos en 1976, sus efectos tóxicos y perturbadores del sistema endocrino persisten en todo el mundo.
La relación de Monsanto con la dioxina se remonta a la fabricación del herbicida 2,4,5-T, que comenzó a finales de la década de los 40. Casi inmediatamente, los trabajadores comenzaron a enfermar, con erupciones en la piel, dolores inexplicables en las extremidades, articulaciones y otras partes del cuerpo, debilidad, irritabilidad, nerviosismo y pérdida del deseo sexual. Documentos internos muestran que la compañía sabía que aquellas personas estaban realmente tan enfermas como decían, pero la empresa mantuvo todas las pruebas ocultas. El contaminante responsable de las dolencias de los trabajadores no fue identificado como dioxina hasta 1957, pero antes de esa fecha, los especialistas en guerra química del ejército de los Estados Unidos se habían interesado por dicha sustancia como una posible arma química.
Monsanto envenenó Vietnam. El herbicida conocido como Agente Naranja, que fue usado por las fuerzas militares estadounidenses para defoliar los ecosistemas de selva tropical de Vietnam durante los años 60, era una mezcla de 2,4,5-T y 2,4-D que provenía de varias fuentes, pero el Agente Naranja de Monsanto tenía concentraciones de dioxina muchas veces superiores al producido por Dow Chemical, el otro gran productor del defoliante. Esto convirtió a Monsanto en el principal acusado en la demanda interpuesta por veteranos de la guerra del Vietnam, que experimentaron un conjunto de síntomas de debilidad atribuibles a la exposición al Agente Naranja. Cuando en 1984 se alcanzó un acuerdo de indemnización por valor de 180 millones de dólares entre siete compañías químicas y los abogados de los veteranos, la justicia ordenó a Monsanto pagar el 45,5 por ciento del total. Por supuesto, a los tribunales de Estados Unidos ni se los ocurrió que a una mayor indemnización tenían derecho la sociedad y el Estado de Vietnam.
El Roundup es el herbicida más vendido del mundo. Actualmente, los herbicidas de glifosato, tales como el Roundup, representan al menos una sexta parte de las ventas anuales totales de Monsanto, y la mitad de los ingresos por operaciones de la compañía, o quizá algo más, desde que la misma delegó sus actividades en torno a productos químicos industriales y tejidos sintéticos en una empresa aparte, llamada Solutia (en septiembre de 1997). Monsanto promociona agresivamente el Roundup como un herbicida seguro y de uso general en cualquier lugar, desde céspedes y huertas hasta grandes bosques.
En 1997, Monsanto respondió a cinco años de quejas del fiscal general del estado de Nueva York relativas a que sus anuncios del Roundup eran engañosos, cambiando sus anuncios en el sentido de borrar las referencias a la "biodegradabilidad" y al carácter "ambientalmente positivo" del herbicida. La serie de grandes multas y decisiones judiciales contra Monsanto en Estados Unidos incluyen responsabilidades en casos de muerte por leucemia, multas de 40 millones de dólares por el vertido de productos peligrosos al medio ambiente, y muchos otros episodios. En 1995, Monsanto era la quinta empresa de Estados Unidos en el inventario de vertidos tóxicos de la EPA, con millones de kilogramos de productos químicos tóxicos descargados sobre la tierra, en el aire, en el agua y en el subsuelo.
Los productos farmacéuticos de Monsanto tienen también un historial inquietante. El producto estrella de la compañía farmacéutica Searle, subsidiaria de Monsanto, es el edulcorante artificial "aspartame", vendido bajo los nombres comerciales de Nutrasweet y Equal. En 1981, cuatro años antes de que Monsanto comprase Searle, un comité consultivo de la FDA (Food and Drug Administration) compuesto por científicos independientes, confirmó informes que afirmaban que el aspartame podría inducir tumores cerebrales.
La FDA retiró a Searle la licencia de venta del aspartame, pero esta decisión fue anulada por un nuevo comisionado nombrado por el entonces presidente Ronald Reagan. En ese momento el actual secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, era el presidente de la compañía.
Un estudio de 1996 publicado en la revista científica Journal of Neuropathology and Experimental Neurology ha suscitado de nuevo la preocupación, relacionando el aspartame con un incremento súbito de cánceres cerebrales a poco de introducirse la substancia. La Unidad de Investigación sobre Política Científica de la Universidad de Sussex, Inglaterra, cita una serie de informes de los años 80, que relacionan el aspartame con un conjunto amplio de reacciones adversas en consumidores sensibles, incluyendo dolores de cabeza, visión borrosa, entumecimiento, pérdida de audición, espasmos musculares y ataques inducidos de tipo epiléptico, entre otras muchas dolencias.
La agresiva promoción que Monsanto realiza de sus productos biotecnológicos, desde la hormona recombinante del crecimiento bovino (rBGH) a la soja "Roundup Ready" y a sus variedades de algodón resistentes a los insectos, resulta a ojos de cualquier observador como una continuación de sus largas décadas de prácticas éticamente discutibles.
Originalmente, Monsanto fue una de las cuatro empresas que querían introducir en el mercado una hormona sintética del crecimiento bovino, producida por la bacteria E. coli, manipulada genéticamente para producir la proteína bovina. El esfuerzo de Monsanto, que duró 14 años, para lograr la aprobación de la FDA a la comercialización de la BGH recombinante, estuvo lleno de controversias, llegándose a denunciar un esfuerzo coordinado para suprimir información sobre los efectos perjudiciales de la hormona.
La hormona de Monsanto se aprobó por la FDA para su venta comercial a principios de 1994. El año siguiente, la Unión de Agricultores de Wisconsin, hizo público un estudio de las experiencias de los granjeros con la droga. Sus hallazgos excedieron los 21 problemas potenciales de salud que Monsanto fue obligada a incluir en la etiqueta de advertencia de su marca Posilac (nombre comercial de la rBGH). Se obtuvieron muchos informes de muertes espontáneas entre vacas tratadas con rBGH, alta incidencia de infecciones de ubres, graves dificultades metabólicas y problemas en los partos y, en algunos casos, imposibilidad de apartar a las vacas tratadas de la substancia, a la que se habían habituado.
Muchos ganaderos experimentados que usaron la rBGH tuvieron que reemplazar de repente una buena parte de sus rebaños. En lugar de responder a las causas de las quejas de los ganaderos sobre la rBGH, Monsanto emprendió la ofensiva, amenazando con demandas judiciales contra las pequeñas empresas lecheras que anunciaban sus productos como libres de la hormona artificial, y participando en una acción legal interpuesta por varias asociaciones industriales de comercio contra la primera (y única) ley de etiquetado obligatorio para la rBGH en Estados Unidos. Todo ello mientras aumentaban las pruebas de los efectos perjudiciales de la rBGH en la salud de las vacas y de las personas.
Los esfuerzos para impedir el etiquetado de las exportaciones estadounidenses de soja y maíz manipulados genéticamente, parecen indicar que Monsanto sigue aplicando las tácticas ingeniadas por la compañía para sofocar las quejas contra la hormona de la leche. Si bien Monsanto argumenta que su soja "Roundup Ready" acabará por reducir el consumo de herbicidas, el uso generalizado de variedades de cultivos tolerantes a los herbicidas significa un aumento de la dependencia de los agricultores respecto del herbicida. Las malas hierbas que aparecen después de que el herbicida original se haya dispersado o degradado, se tratan a menudo con más aplicaciones de herbicida.
Por otra parte, Monsanto ha aumentado su producción de Roundup en los últimos años. Habiendo expirado la patente de Roundup en Estados Unidos en el año 2000, y con una competencia de productos genéricos de glifosato surgiendo en todo el mundo, el "paquete" de herbicida Roundup y semillas "Roundup Ready" se ha convertido en la piedra angular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus ventas de herbicida.
Los posibles efectos ambientales y sanitarios de los cultivos tolerantes al Roundup no han sido investigados completamente; por ejemplo, los efectos alergénicos, el caracter invasivo o de mala hierba de estos cultivos y la posibilidad de que la resistencia al herbicida se transfiera vía polen a otras semillas de soja o a otras plantas emparentadas.
Mientras que los problemas con la soja resistente a herbicidas son despreciados como algo muy genérico y especulativo, la experiencia de los algodoneros con las semillas manipuladas genéticamente por Monsanto constituye una historia muy diferente.
Desde 1996 Monsanto ha sacado dos variedades de algodón manipulado genéticamente; una es una variedad resistente al Roundup, y la otra, llamada "BT", segrega una toxina bacteriana para controlar los daños producidos por plagas del algodón. La toxina, derivada del Bacillus thuringiensis (B.t.), se ha utilizado por los agricultores ecológicos desde los primeros años 70 en forma de un aerosol natural bacteriano. Pero a diferencia de las bacterias B.t., que viven relativamente poco, y segregan su toxina en una forma que sólo se activa en los sistemas digestivos de ciertos gusanos y orugas, los cultivos "BT" modificados genéticamente segregan una forma activa de la toxina a lo largo del ciclo vital de la planta.
Gran parte del maíz genéticamente manipulado del mercado es una variedad con capacidad de segregar esta toxina bacteriana, ideada para repeler al gusano de la raíz del maíz y a otras plagas comunes.
El primer problema de estos cultivos que segregan plaguicidas es que la presencia de la toxina en todo el ciclo vital de la planta favorece la aparición de cepas resistentes al B.t. entre los insectos. La EPA ha determinado que una resistencia extendida al B.t. puede convertir en inefectivas las aplicaciones naturales de la bacteria B.t. en apenas tres o cinco años, y pide a los agricultores que planten hasta un 40 por ciento de sus cultivos con algodón no manipulado genéticamente, para que sirva de "refugio" a los insectos y evitar la aparición de resistencias al B.t. En segundo lugar, la toxina segregada por estas plantas puede dañar a insectos beneficiosos, además de aquellas otras especies que los agricultores quieren eliminar.
Pero los efectos nocivos del algodón "BT" han resultado ser mucho más rápidos de lo esperado, tanto que Monsanto y sus socios han retirado del mercado más de 2 millones de kilos de semillas de algodón manipuladas genéticamente, y han acordado pagar a los cultivadores de Estados Unidos una indemnización de muchos millones de dólares. A pesar de estos problemas, Monsanto sigue fomentando el uso de la ingeniería genética en la agricultura al tomar el control de muchas de las mayores y más establecidas empresas de semillas en los Estados Unidos, controlando el 85 por ciento del mercado estadounidense de semillas de algodón.
La compañía sigue también en otros países esta agresiva política de adquisiciones de empresas y de venta de productos. En 1997, Monsanto compró "Sementes Agroceres S.A.", descrita como "la principal empresa de semillas de maíz de Brasil", con una cuota de mercado del 30 por ciento. Por otro lado, son conocidas las denuncias de importación ilegal de soja transgénica provenientes de la filial argentina de Monsanto.
Con esta larga e inquietante historia, se entiende porqué muchos ciudadanos informados de Europa y Estados Unidos se resisten a confiar en Monsanto el futuro de su comida y salud. No ocurre lo mismo en Latinoamérica.
Bajo la gestión de su presidente, Robert Shapiro, Monsanto ha apartado todos los obstáculos para transformar su imagen de un suministrador de productos químicos peligrosos en una institución ilustrada y con visión de futuro, que lucha para alimentar al mundo. Shapiro se describe a sí mismo como un visionario y un hombre renacentista, encargado de la misión de usar los recursos de la compañía para cambiar el mundo: "No es un problema de buenos y malos. No sirve para nada decir -si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien-; es el sistema entero el que ha de cambiar; hay una gran oportunidad para reinventarlo, dice el ejecutivo de Monsanto.
El sistema "reinventado" de Shapiro es tal que no sólo continúan existiendo las grandes empresas, sino que además éstas ejercen cada vez un mayor control sobre nuestras vidas. Pero últimamente se nos dice que Monsanto se ha reformado, que se ha desprendido con éxito de sus divisiones de industria química y que se ha comprometido a reemplazar los productos químicos con "información", en forma de semillas manipuladas genéticamente y otros productos de la biotecnología. Esto no deja de ser una ironía viniendo de una compañía cuyo producto más rentable es un herbicida.
Monsanto demuestra claramente que ha aprendido a utilizar la charlatanería adecuada. Así, Roundup no es un herbicida, sino "una forma de minimizar las labores del suelo y reducir la erosión". Los cultivos de ingeniería genética no son simplemente fuentes de beneficio para Monsanto, "sino que surgen para resolver el problema inexorable del crecimiento de la población". Por último, se nos quiere hacer creer que la agresiva promoción de la biotecnología que lleva a cabo Monsanto no es fruto de la arrogancia empresarial, sino simplemente una "ley de la naturaleza".
Monsanto ha bautizado el aparente crecimiento exponencial de lo que llama "conocimiento biológico" con el nombre de "Ley de Monsanto" -nada menos-. Como con cualquier otra presunta ley de la Naturaleza, poco se puede hacer fuera de observar cómo se cumplen sus predicciones, y en este caso, la predicción es ni más ni menos que el crecimiento exponencial continuo del poder mundial de Monsanto.
Pero el crecimiento de cualquier tecnología no es simplemente una "ley de la naturaleza". Las tecnologías no son fuerzas sociales en sí mismas, ni simples herramientas neutrales que se pueden utilizar para alcanzar cualquier fin social, sino el producto de unas instituciones sociales y de unos intereses económicos particulares.
Por ejemplo, la llamada "Revolución Verde" de la agricultura de los años 60 y 70 aumentó temporalmente los rendimientos de los cultivos, e hizo también a agricultores de todas las partes del mundo cada más dependientes de costosos insumos químicos. Esto provocó desplazamientos generalizados de campesinos fuera de sus tierras, y en muchos países ha ido en detrimento del suelo, las aguas subterráneas y las tierras comunales, que han sustentado a la gente durante miles de años. Estos desequilibrios a gran escala han alimentado la suburbanización y la pérdida de poder social de las comunidades, lo que ha conducido a su vez a otro ciclo de empobrecimiento y hambre.
La "Segunda Revolución Verde", prometida por Monsanto y otras compañías biotecnológicas, amenaza con una destrucción aún mayor de las relaciones sociales y de la posesión tradicional de la tierra.
Al rechazar a Monsanto y su biotecnología, no estamos necesariamente rechazando la tecnología "per se", sino que queremos reemplazar una tecnología de manipulación, control y beneficios, que niega la vida, por otra verdaderamente ecológica, diseñada para respetar el funcionamiento de la Naturaleza, mejorar la salud personal y comunitaria, sustentar a las comunidades que viven de la tierra y operar a una escala genuinamente humana. Si creemos en la soberanía, es necesario que podamos elegir qué tecnologías son las mejores para nuestras comunidades, en lugar de que decidan por nosotros entidades a las que es muy difícil pedir responsabilidades, como Monsanto.
En vez de tecnologías ideadas para el enriquecimiento continuo de unos pocos, podemos basar nuestra tecnología en la esperanza de una mayor armonía entre nuestras comunidades humanas y el mundo material. Nuestra salud, nuestros alimentos y el futuro de la vida en la Tierra están realmente en juego.