Esta producción belga que cuestiona el lugar que ocupa la carne en nuestras vidas y que analiza cómo el incremento de su demanda la ha hecho susceptible de ser tratada como cualquier otro producto de consumo, sometido a las reglas de consecución de la máxima producción al precio más bajo posible.
El cambio del modelo de alimentación en Occidente desde los años 60 en adelante enterró las pequeñas explotaciones ganaderas con las que Europa había salido de la postguerra y abrió las puertas a la cría estandarizada de animales, hacinados en espacios cada vez más pequeños.
Se trata de producir proteínas a un buen ritmo. Para conseguirlo, se transforma el sistema de alimentación y cría de los animales. La soja y el maíz sustituyen a la hierba y este cambio, a simple vista inapreciable, ocasiona una serie de impactos en cadena, que comienza en el trato del ganado, pasa por el deterioro medioambiental y trasciende a nuestra salud, por las enfermedades que se derivan de la propia alimentación de los animales.
Ámame encarnecidamente arroja datos escalofriantes como que el aumento de enfermedades cardiovasculares, diabetes o un gran número de cánceres se deben a la soja y al maíz con el que se sobrealimenta a los animales.
O cifras, como que la ganadería intensiva se ha llevado ya por delante el 18% de la Amazonia, y que si no ponemos freno al excesivo consumo de carne, en menos de cuarenta años, serán necesarios criar y sacrificar unos 120.000 millones de animales.
El documental consigue con un tono amable y positivo, exponer los estragos del modelo agropecuario intensivo, mostrando las vías de acceso a la vuelta de un sistema más ecológico y similar al tradicional.
La producción reflexiona sobre la necesidad de modificar nuestros hábitos alimenticios y de consumo, a fin de que en vez de llevarnos a la boca, un filete lleno de estrés, toxinas y manipulaciones de todo tipo, sea un pedazo de carne "feliz".
Como dice uno de los protagonistas del documental, André Pochon, agricultor jubilado, "el consumidor es el agente que inclina la máquina hacia la sensatez o hacia la locura. Si el consumidor sigue tolerando cualquier cosa, la maquinaria no se detendrá. Pero si rechaza este tipo de producción, los fabricantes se verán obligados a adaptarse a la demanda".
En los últimos años, se han puesto en marcha ya algunas iniciativas como Meat Free Mondays, abanderada por el músico Paul McCartney, que anima a dejar de consumir carne una vez a la semana y que tiene en Lunes sin carne su eco en nuestro país. McCartney ha compuesto incluso una canción como 'banda sonora' de la campaña.
Amáme EnCARNEcidamente from PC_Alim on Vimeo.