El batallón femenino de los kurdos: la pesadilla del Estado Islámico
Los milicianos del Estado Islámico creen que si mueren en combate a manos de una mujer, sus almas arderán en el infierno, al contrario de lo que sucedería si caen a manos de un hombre. Teniendo en cuenta esto, los kurdos, que combaten en su región contra el avance del EI (también conocido como ISIS), formaron un batallón femenino para atormentarlos y hacerlos retroceder. Allí, las mujeres luchan por su libertad en todos los frentes: tanto en la guerra, como en la sociedad kurda.
La ciudad siria de Serekaniye (Ras Al-Ayn), de mayoría kurda, es la última gran ciudad colindante con el Estado Islámico (EI). La única fuerza que protege Serekaniye del grupo terrorista son las Unidades kurdas de Protección Popular (YPG). Desde 2012, una parte importantísima de las YPG está integrada por su sección femenina, las YPJ, que combaten al EI. Las mujeres kurdas, muchas de las cuales apenas salían de su casa consagradas a los trabajos domésticos, se unen valientemente a estas unidades que desafían al EI, que en su día anunció que cualquier hombre que muera a manos de una mujer irá al infierno. RT ha viajado hasta uno de los campamentos donde las mujeres, todas jóvenes solteras, se entrenan durante solo un mes antes de entrar en combate contra el EI, que se encuentra a tan solo 3 kilómetros de su campo, por lo que el combate puede empezar en cualquier momento. "Organizamos estos campamentos donde se dan las condiciones apropiadas y cambiamos de lugar constantemente", explica la comandante de las YPJ, compañera Tolhildan ('Venganza'). Después de un mes de entrenamientos, las jóvenes se dirigen al frente, donde en el mejor de los casos lucharán durante dos meses, después de lo cual podrán regresar a su casa solo por un día o dos, antes de volver al campo de batalla. Los padres de Gulán, una joven kurda de 18 de edad a quién RT sigue en su camino al campamento, son conscientes de que ella puede morir. Aún así, quieren que vaya al campo. Y no porque no la quieran, sino todo lo contrario. "El EI nos atacó. Se llevan a nuestros niños, les cortan las cabezas. Secuestran a nuestras hijas y las deshonran", relata el padre de Gulán. "Rezo para que nunca la tomen como rehén. Y si ocurre, que se dispare la última bala que le quede", agrega. Gulán se unió a las filas de las YPJ no solo por su propia seguridad o por el amor a la patria. "Mi padre me quiere, ¿no es cierto? ¿Cómo puedo demostrarle mi amor? Iré a combatir al enemigo para que él esté a salvo y se sienta orgulloso de mí", confiesa. Pero además existe una motivación social, ya que no quiere seguir viviendo en un mundo controlado por hombres, después de todo por lo que ha pasado. "Nos hemos criado en una sociedad que obliga a la mujer a dedicarse únicamente a las tareas de la casa y en la que los hombres consideran a las mujeres como su propiedad, como un adorno, y no les permiten salir de casa. Para una mujer casarse es como caer prisionera. Considerando la mentalidad de nuestra sociedad, no se puede ni contemplar la posibilidad de que las mujeres casadas formen parte de las Unidades de Protección Femeninas. Queremos crear una nueva sociedad", sostiene. ¿Qué le deparará el futuro a Gulán y a otras jóvenes kurdas en el campamento de entrenamiento?